Altagracia Kubinyi
Hoy Noticias/Falls Church, Virginia. Todos, de alguna manera, hemos experimentado cómo la implacable ola del cáncer toca nuestras vidas. Escuchamos de su destrucción y de cuán especialista es para sacar de sus víctimas una valentía admirable.
En ese momento conocemos la dimensión de la fe interna que posee un ser humano y de su apego a la vida.
Tuve varios casos de personas que fallecieron por cáncer: prima, tía, abuelos por elección y un ángel de mi pueblo que padecía de leucemia.
No les niego que fue muy doloroso para mí y para todas las familias involucradas ver cómo se nos iba la vida de esas personas y sus diarias batallas contra el dolor y la silenciosa catástrofe interna que dejaba a su paso el huracán que cada uno tenía en su cuerpo.
Para nosotros cada día representaba un nuevo comienzo y una oportunidad de respiro que fuertemente abrazaban nuestros seres queridos.
Veíamos que los recursos económicos se agotaban de manera sorprendente. Siempre una luz aliviaba esta afección, la solidaridad de la gente se postraba en cada acción como una magia que fortalecía a los actores de la batalla.
De cada uno de mis seres queridos aprendí lo fuerte que es una persona y cuánto vale tener al menos la oportunidad de respirar. Estas vivencias tocan de alguna manera el último rincón de la sensibilidad, y en honor a esos grandes héroes y heroínas que lucharon con dignidad contra una enfermedad que desbasta y mata, tomemos conciencia y asumamos los chequeos médicos como un alimento de vida y como una necesidad primaria.
Al celebrarse en este mes la lucha contra el cáncer, específicamente el de mama, el mensaje más importante es el de la prevención.
Muchas instituciones en el mundo trabajan la ardua tarea de lograr que las personas, mujeres y hombres, se hagan sus chequeos para detectar a tiempo la posible visita del cáncer. Es mucho más fuerte el llamado para las mujeres, porque en este género el cáncer se manifiesta de diversa manera, especialmente el de mama.
Un aporte relevante es el de visibilizar y mostrar el impacto de la enfermedad y los múltiples mecanismos de prevención.
Esta labor ha descansado en profesionales de la comunicación que con su arte de comunicar, desde los diversos medios, llegan al corazón de la gente y sensibilizan a las poblaciones de mundo.
El cáncer de cualquier tipo es un padecimiento que no tiene colores, raza ni estatus social. Simplemente entra como un ladrón silencioso y poco a poco se lleva la respiración y la vida de su presa. ¡Vamos a prevenir, el cambio comienza por ti!