Hoy Noticias,R.D.La oposición dominicana de cara a las elecciones del 2028, está obligada a ir unidad para poder tener éxitos.
Si bien la Fuerza del Pueblo y el PLD se perfilan como los principales actores opositores, la experiencia del 2024 ha demostrado que la fragmentación solo favorece al oficialismo.
La estrategia de apostar a una segunda vuelta fracasó en el último proceso electoral, pues el PRM logró consolidar una victoria en primera vuelta, desmontando el argumento de que la existencia de tres partidos fuertes impediría tal desenlace. En ese sentido, repetir la misma táctica sin cambios significativos podría llevar a un nuevo revés electoral.
Ante esta disyuntiva, la única vía realista para competir con el oficialismo es la formación de un frente opositor unificado, que trascienda las diferencias partidarias y permita la construcción de una única boleta electoral para la presidencia y las demás posiciones de elección popular. Sin embargo, para que esto sea viable, no puede haber una imposición en el liderazgo de la alianza.
El PLD ha dado señales de querer definir su candidato a corto plazo, lo que sugiere que su interés en un frente opositor es condicionado a que ellos lo encabecen. Por otro lado, en la Fuerza del Pueblo es evidente que su líder, Leonel Fernández, seguirá siendo el candidato mientras tenga la voluntad de competir. Esta realidad genera una falta de incentivos para el consenso, ya que cada partido prioriza su propia estructura en lugar de construir una estrategia colectiva para derrotar al PRM.
Una solución sería la realización de una primaria semiabierta dentro del bloque opositor, en la que todos los aspirantes de los diferentes partidos puedan competir y el candidato sea elegido por la mayoría de los votantes opositores. De esta manera, se garantizaría un proceso democrático y transparente que evitaría los recelos internos y consolidaría una candidatura con respaldo legítimo.
Si la oposición no logra superar sus diferencias y construir un proyecto conjunto, la historia del 2024 se repetirá. La falta de unidad solo facilitaría un nuevo triunfo del PRM, y el discurso opositor perdería credibilidad.
Es momento de aprender de los errores y mirar hacia el 2028 con una estrategia renovada. De lo contrario, la división seguirá siendo el mejor aliado del oficialismo.