Karen Arias
Hoy Noticias/Licey Almedio, Santiago. El grito que nos ha unido como país, el grito que clamamos cada día cuando una noticia atroz nos despierta manchando con sangre la prensa cada mañana, el grito que nos recuerda que como país hemos sucumbido, al parecer sin retorno, al peor de los lugares.
Hoy todos esperamos, esperamos la sentencia del caso que traspasó una vez más las fibras de nuestra alma lacerada. De los 91 casos de asesinatos a mujeres jóvenes y adultas durante el 2017. Hoy, con ascuas esperamos la sentencia al caso de Emely.
Un atisbo de esperanza quiere colarse en nuestro corazón, pero la realidad de nuestro desquebrajado sistema de justicia, las limitaciones de nuestro ministerio público, la impunidad, la corrupción del día a día, nos mantienen con un nudo en la garganta, atemorizándonos asustándonos, amenazando con la idea de que la injusticia aflorará … y ni hablar de la urgencia de someter a escrutinio el Código Procesal Penal de la República Dominicana, que es débil, flexible, permisivo, siendo esa debilidad la que perjudica a la víctima y sobreprotege al imputado.
Hoy, nos debe preocupar, nos debe estremecer lo que pasa en nuestro país, debe llevarnos a juzgar como sociedad nuestra sistema de justicia, cuestionar eso que llamamos educación, cuestionar la prensa, cuestionarnos como seres humanos, nuestras motivaciones, nuestras conductas y acciones.
Emely, las otras 90 víctimas del año pasado y las más de 50 de este año, y todas las de otros años no merecían morir así, sus sueños, su vida, sus planes fueron robados de repente y eso nos duele. Hoy, rogamos justicia aunque sea una de tantas, queremos justicia para ella.
Dios nos conceda ver el sol brillar en este caso y conforte cada familia que sufre injusticia.
Porque el Señor ama la justicia y no abandona a quienes le son fieles. El Señor los protegerá para siempre, pero acabará con la descendencia de los malvados. Salmos 37:28