Altagracia Kubinyi
Hoy Noticias/Santiago,R.D.–La gente olvida sus raíces y los valores con los que una vez le formaron. ¿Qué dirían el padre y la madre de Jean Alain Rodríguez al ver que su hijo es un servidor de mentiras e injusticias? Un traicionero de la Patria.
Como él, muchas personas se convierten en esclavos del dinero, de los lujos, del poder. Y los juramentos de pulcritud, honestidad, transparencia y respeto los tiran a la basura. Son la vergüenza de todo un pueblo.
El caso de Odebrecht representa las etiquetas más perversas y dañinas del hombre. Simboliza la trampa, la mentira, el abuso y la inmoralidad social que se vive en el ejercicio de poder y, sobre todo, en las personas que hacen su labor en las distintas áreas.
Son los ladrones de corbata los que día a día se comen el alimento de las personas empobrecidas, los que se roban las esperanzas de los infantes que luchan por un futuro digno. Esos que dañan el accionar de la política y arrancan de raíz su noble significado.
Lo grande es que esos gatos y gatas fueron niños y niñas, tuvieron infancia, conocieron la pobreza y la alegría, pero un día la ambición tocó su corazón, martilló su alma y le comió el cerebro.
No importan los cargos que usted logre tener, haga que todo lo que posee valga el esfuerzo realizado.
Como Jean Alan Rodríguez hay miles de personas en República Dominicana. Resulta que, mientras nosotros (el pueblo) le pagamos para que haya justicia, él vende su alma para que impere la injusticia.
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