Altagracia Yinette Kubinyi Pérez
Hoy Noticias/Santiago,R.D.–Recuerdo que de niña disfrutaba de las travesuras de mis contemporáneos. Sentía el cariño y la inocencia en cada palabra.
La gente no se enojaba al punto de matar. La cortina del palacio reunía a todos los infantes de la zona, no quedaba nadie fuera del juego, a menos que un grupo estuviera en belluga, trompo o peregrina. Eso, realmente, era una magia increíble.
Ahora se hacen vagos esos recuerdos porque ya la niñez y adolescencia no se disfruta de esa manera, aunque eso no es un problema. Lo que sí es una grave dificultad, es borrar del corazón el amor al prójimo, el cuidado y la sensación de sentir la alegría.
Hoy no se disfruta jugar dominó con el compadre o la comadre. Ahora nos peleamos por un parqueo y hasta muertes se originan. No nos escuchamos, solo actuamos y nos dejamos llevar de la velocidad con la que nos trata el día.
Se nos va el amor. El corazón se siente vacío, la gente se ve muy triste, preocupada y enfurecida.
Hay que recuperar la alegría que florecía en cada hogar. Las miradas brillantes y esperanzadoras de cada persona que pasaba por mi calle, al labrador que con esmero veía cerrar el día.
Vamos a robarle los momentos de felicidad a la rutina. Demos sobre dosis de amor a la gente que está a nuestro alrededor.
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